La educación infantil: aspectos generales.
Posiblemente la primera cuestión que deseamos plantearnos es ¿qué es la educación infantil? En términos muy vagos y genéricos podríamos decir que se trata de aquel conjunto de intervenciones educativas, realizadas en una institución escolar con niños de 0 a 6 años. Claro que esa no es una buena respuesta porque desde ella bien poco se nos aclara respecto a qué es realmente educar, o para qué hacerlo, al cómo hacerlo, quién está legitimado y/o preparado para desarrollar esa tarea, etc.
La educación infantil, desde una visión global, está constituida por un conjunto de factores y agentes que intervienen coordinadamente en y desde la institución escolar para lograr ciertos efectos educativos en niños de una determinada edad (y por tanto poseedores de unas determinadas características y que presentan una serie de necesidades).
Ya nos podemos hacer una idea general previa con respecto al concepto de educación infantil:
- Se trata de un sistema: puesto que es un conjunto de elementos (factores, agentes) que actúan solidariamente con vistas a un objetivo común.
- Ese sistema no está constituido por componentes idénticos sino por diversos conjuntos diferenciados:
- medio socio-ambiental de pertenencia;
- características de los sujetos;
- acción educativa propiamente dicha;
- mecanismos institucionales y/o marco normativo (legal, político, organizativo) que determina la intervención escolar.
Cada uno de estos subsistemas posee identidad y sentido propio, pero -por lo que respecta a la educación infantil- actúan como un conjunto cuyos efectos se cruzan y por tanto se condicionan mutuamente.
Así, la acción educativa no es indiferente a las características de los sujetos, ni al marco normativo institucional en que se actúa, ni al medio ambiente en el que se está inserto. Y eso también vale en cuanto a las grandes estructuras de legitimación y justificación del conjunto del proceso (así, por ejemplo, no es ajena la función social a desarrollar por la educación infantil, a su función pedagógica). Al variar una varían necesariamente las otras para mantener la coherencia y funcionalidad del conjunto.
Si bien esto puede parecer obvio, no siempre se ha actuado como si fuera tan evidente el sentido sistemático y coordinado de los distintos elementos que constituyen la educación escolar. Con frecuencia se pretende realizar el mismo tipo de proceso (o por lo menos se establece el mismo marco normativo) en una zona urbana desarrollada y en una zona rural, pese a la innegable evidencia de que tanto el medio socio-ambiental como las características de los sujetos y del entorno son muy diversas en una y en otra. Y por otra parte, cuando un maestro de preescolar va destinado a una nueva escuela, ¿qué es lo que hace?; ¿trata de aplicar casi automáticamente los esquemas, programas, previsiones oficiales generales, o por el contrario, analiza cuál es la situación en la que se va a desarrollar su actividad y qué características poseen sus nuevos alumnos para poder adecuarla posteriormente a su situación presente (diferente sin duda a las ya conocidas en sus destinos anteriores, y desde luego enormemente alejada de aquellas situaciones-ejemplo de que le hablaron sus profesores de Pedagogía o los textos que estudió)?
Digamos pues, que el maestro de educación infantil ha de poseer tanto un marco general de “lectura” de la situación (y por tanto un conocimiento de las diferentes aportaciones referidas a los niños, al análisis del medio, a la función de la escuela, etc.: un marco general de conocimientos) como un conjunto de técnicas y estrategias para saber aplicar ese marco a su situación concreta para poder extraer conclusiones adecuadas, para “adaptar” su enseñanza.
MIGUEL ÁNGEL ZABALZA (“Didáctica de la educación infantil”, 1996).